Volver al Padre

por Myriam Angueira

Si al fin

la vida es quimera…

Otra vez

mañana será ayer.

Fernando Birri1

Pienso en cómo comenzó todo. Un grupo de niños corre entre las vías de un tren, sus pies descalzos golpetean sobre los hierros de un puente en Santa Fe. Sus rostros vibrantes, sus cabellos despeinados, se transforman con la velocidad del movimiento. Estiran sus manos, piden a gritos, a los pasajeros, que se asoman por las ventanillas y les arrojan monedas. “Tire dié, Tire dié” se escucha en una sala a oscuras.

Fotograma “Tire Dié”
Birri en Roma, en una manifestación de los años 70´

El cine político y social en la Argentina abre con un signo de dialéctica social y brevedad. Un mediometraje de celuloide en blanco y negro. Primera “Encuesta social filmada”, realizada entre los años 1956/1958. Película fundante del documental social en nuestro país. Leo a Comolli: “El cine documental es, en primer lugar: cine. La emprende con el mundo tal como es, pero lo transforma en un mundo de cine”.2

Mixtura de Neorrealismo italiano y conciencia latinoamericana, irrumpe en el corazón del Litoral argentino. El trabajo en red de un grupo de alumnos de cine, guiados por Fernando Birri, construye una nueva poética cinematográfica. En las aulas del Instituto de Cinematografía de la Universidad Nacional del Litoral se amasan fotogramas, y escucha sensible en los márgenes del Río Salado. Como ese primer tren de los hermanos Lumière, nuestro tren pionero es el de Santa Fe. Secuencias del ayer que se podrían replicar hoy en cualquier barrio popular de estos tiempos.

Pienso en cómo estas imágenes iniciáticas de crítica y conciencia social se fueron resignificando en otras obras fílmicas. Marcas de violencia y resistencia contra las dictaduras en los grupos militantes de los cineastas de los 60 y 70. Fractal que se refleja en el cine y testimonio. En esa necesidad de escucharnos para comprender lo que nos pasó en los filmes del postexilio de los 80. Lo veo y lo vivo en los documentalistas de los 90, de los que formo parte. En esa construcción de brevedad fundante, pero esta vez de urgencia, plasmada en los cortometrajes de los estallidos del 2001.

En estos tiempos, donde nuestro cine agoniza, golpeado por las medidas de la embestida del fascismo, me pregunto qué resonancias de los lugares que nos conforman como cineastas con sensibilidad social están adormecidas pero latentes en la transgeneración del árbol cinematográfico. Pienso si será necesario que un acontecimiento azaroso, como a los que nos tiene acostumbrados nuestra historia, reviva la necesidad de filmar en colectivo. Sabemos, porque lo hemos hecho cientos de veces, que unir nuestras cámaras fue clave para iluminar tiempos de oscuridad y opresión.

Tal vez, en un pliegue de nuestra historia cinematográfica, algún naciente cineasta, quizás pasajero cotidiano del tren Sarmiento, por poner un nombre, corra la mirada de la pantalla del celular y se atreva a mirar por la ventana. Que la chispa del fuego de la injusticia lo inunde. Y que con un gesto innato se atreva a registrar a los nuevos “Tire Dié” que inundan las calles de esta sociedad fracturada.

Estamos en un periodo complejo y violento. Busco en nuestro ADN cinematográfico rastros, huellas para saber cómo seguir. Quienes hacemos cine, por estos lados del mundo, tenemos un legado: “Soñar con los ojos abiertos”3. Quizás, en ese camino de regreso para resistir, el volver al padre cinematográfico sea nuestra forma de encontrar el refugio. Cuando el sendero se cubre de tinieblas, el desandarlo puede ser un puente para recuperar la poética y la ternura.


Notas

1
  • “Tango del Exiliado”, en Birri, Fernando (1996). El Alquimista Democrático. Por un nuevo nuevo nuevo Cine Latinoamericano. Santa Fe: Sudamérica.
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2
  • Comolli, Jean Louis (2015). Cuerpo y Cuadro. Cine, ética, política. Volumen 1. “La máquina-cine y la obstrucción de lo visible”. Prometeo.
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3
  • "... pero sueña con los ojos abiertos", Fernando Birri. Frase de Fernando Birri en las paredes de la EICTV, Escuela Internacional de Cine y Televisión. San Antonio de los Baños, Cuba.
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Myriam Angueira

Nació en 1969, en Buenos Aires, Argentina. Es cineasta, fotógrafa y docente universitaria en el Departamento de Artes Audiovisuales de la UNA (Universidad Nacional de las Artes). Es Licenciada en Publicidad por la Facultad de Ciencias Sociales de la UNLZ (Universidad Nacional de Lomas de Zamora). Estudió Realización Cinematográfica en el IDAC (Instituto de Arte Cinematográfico de Avellaneda). Fue Coordinadora del Área de Medios Audiovisuales del INAPL (Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Ministerio de Cultura).

Realizó documentales como El Puente (2000), Malvinas veinticinco años de silencio (2008), Inacayal (dirigido junto a Guillermo Glass, 2011), Newen (2014), Las fronteras del cuerpo (Film colectivo 2020). Películas que fueron exhibidas en numerosos festivales nacionales e internacionales, obteniendo diversos reconocimientos.

Myriam Angueira